El Director Ejecutivo del Observatorio expuso ante el China Institute of International Studies (CIIS)
El Director Ejecutivo del Observatorio Sino-Argentino, Patricio Giusto, expuso sobre las relaciones entre China y Latinoamérica frente al factor EEUU, ante el prestigioso China Institute of International Studies (CIIS), dependiente de la Cancillería China. Fue en el marco de un seminario virtual conjunto en idioma inglés entre dicha institución y el Grupo de Trabajo sobre China del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Giusto disertó junto a Eduardo Sadous, Jorge Malena y Néstor Restivo, por parte del CARI. En tanto, por el CIIS, expusieron: Ruan Zongze, Song Junying, Wang Huizhi, Zhu Zhongbo y Zhang Jieyu. También hizo una presentación Wang Xiaolin, ministro consejero de la Embajada de China en Argentina.
A continuación, los principales extractos de la disertación de nuestro Director Ejecutivo:
América Latina se ha convertido en otro campo de batalla del enfrentamiento estratégico entre Estados Unidos y China. Trump resucitó la Doctrina Monroe y declaró a China como una «amenaza» para América Latina. Hemos quedado atrapados en el medio y, para empeorar las cosas, esta disputa encontró a América Latina profundamente dividida y extremadamente vulnerable. El resultado de la reciente elección de autoridades en el BID es un buen ejemplo en este sentido.
Según varias proyecciones económicas, América Latina enfrentará un aumento sin precedentes de la pobreza y la desigualdad debido a las consecuencias de la pandemia, sumadas a los efectos de la endémica corrupción y la mala gestión, características de la política latinoamericana. En el mundo pospandémico, está claro que no hay salida para América Latina sin el apoyo de China y de los Estados Unidos. Cualquier estrategia integral para el desarrollo inclusivo y sostenible para América Latina deberá ser constructiva en términos de buenas relaciones con ambas superpotencias. Y cuanto más divididos estemos como región, más difícil será para todos.
Sigo siendo optimista sobre la posibilidad de tener un “triángulo positivo” de relaciones entre China, Estados Unidos y América Latina. Pero dejando de lado los puntos de vista ingenuos o idealistas, considero que eso podría suceder finalmente debido al inevitable declive de Estados Unidos como una gran potencia económica y su consiguiente imposibilidad de contener a China, incluso si así plantea hacerlo. Es de esperar que esto lleve a una especie de estancamiento de los intentos agresivos de Estados Unidos de restringir las relaciones de China con una región que, por cierto, probablemente seguirá perdiendo importancia geopolítica y económica.
A largo plazo, Estados Unidos parece no estar en condiciones de contener la proyección económica de China en América Latina. Sin embargo, Estados Unidos puede seguir causando mucho daño a los países latinoamericanos con relaciones muy estrechas con China. Washington tiene muchas herramientas, como recortar la ayuda financiera a través de organismos multilaterales, como el FMI o el BID, y también imponer represalias comerciales. En ese sentido, la iniciativa de Trump «América Crece», definida para contrarrestar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, también debe considerarse como una herramienta estratégica para repartir premios y castigos.
Creo que la clave para manejar la presión permanente de Estados Unidos, que sin dudas aumentará si Trump es reelegido, es tener cuidado al pisar las “líneas rojas” establecidas por Washington. En el caso de América Latina, estamos hablando de al menos cuatro campos estratégicos de cooperación con China que molestan a Estados Unidos: Defensa y seguridad, cooperación espacial, energía nuclear y redes 5G. En la perspectiva de una posible administración de Joe Biden, no hay que esperar cambios importantes al respecto.
Algunos países, como Chile o Perú, han logrado muy buenos equilibrios entre China y Estados Unidos, demostrando que es posible tener buenas y beneficiosas relaciones con ambos. Argentina, por otro lado, es un mal ejemplo. Hemos tenido posiciones cambiantes sobre las relaciones entre China y Estados Unidos a lo largo de los últimos años, sin una visión estratégica en términos de relaciones internacionales. Y lo que es peor: Ya hemos pisado varias líneas rojas para Estados Unidos, enfrentándonos abiertamente con el gobierno de Trump.
Para concluir: no culpemos a China si no somos capaces de manejar nuestras propias políticas exteriores y económicas. Mucho más si como región seguimos tan divididos y débiles, sin consenso sobre China y tampoco acerca del papel de Estados Unidos en América Latina. Ante un escenario tan complejo y sin precedentes históricos, es imperativo que los países latinoamericanos sean cooperativos, extremadamente realistas y pragmáticos. No hay lugar para errores de cálculo. De lo contrario, países como Argentina pagarán un precio muy alto.