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Futuro incierto para la relación con China

Este artículo fue originalmente publicado en el Economista, disponible en el siguiente enlace.

Por Patricio Giusto*

El presidente Alberto Fernández viaja a esta semana en el marco de una gira signada por la improvisación y poco sentido de la oportunidad. Tras dos años de gobierno de Fernández, la relación con Beijing atraviesa un momento crítico. Entre otros temas, hay grandes proyectos de inversión paralizados que necesitan ser refinanciados y un creciente déficit comercial bilateral favorable a China. A la improvisación se le suma la falta de precisiones. Por ejemplo, respecto a la adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Forzado por los estrictos protocolos sanitarios que rigen en China, a Fernández no le quedó más remedio que conformar una comitiva de apenas 15 miembros, muy distante de los más de 100 viajantes gubernamentales que disfrutaron de la cumbre de Cambio Climático celebrada en Glasgow, en noviembre último. Tanto por algunas presencias llamativas como así también por ausencias resonantes, la lista de integrantes de esta comitiva es de por sí una buena pauta de la improvisación.

En ese sentido, viaja por caso el polémico intendente Mario Ishii, pero no se subirá al avión el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, quien tuvo a su cargo ni más ni menos que la confección de la lista de proyectos a negociar con China. ¿Será que lo bajó la vicepresidenta o bien fue otro gesto complaciente del propio Béliz a Washington? Tampoco viaja el sinófilo ministro de Defensa, Jorge Taiana. Toda una señal de que las compras de armamento a China definitivamente se habrían enfriado.

Respecto al momento en que se realiza el viaje, no podía ser peor. Sobre todo, en términos de la sensible relación con EE.UU., en plena negociación con el FMI. En primer lugar, habrá una parada en Moscú para un encuentro bilateral con Vladimir Putin. Se descartan anuncios que puedan significar cosas relevantes para Argentina. Pero eso sí, Fernández se sacará una foto con Putin en momentos que parece inminente una invasión rusa a Ucrania, frente a la condena mundial generalizada.

Acto seguido, Fernández y su comitiva aterrizarán en Beijing, con la excusa del 50º aniversario del establecimiento de relaciones bilaterales y para asistir a la inauguración de los JJOO de Invierno, boicoteados por Washington y sus aliados más cercanos. La comitiva presidencial será inmediatamente inducida a una estricta burbuja de aislamiento.

Apenas el Presidente podrá moverse con cierta libertad para participar de la ceremonia inaugural de los JJOO y otros acotados eventos oficiales, incluida una reunión bilateral con el presidente Xi Jinping, que se realizará el 6 de febrero. El viaje en estas condiciones, donde los ministros y otros funcionarios no podrán tener bilaterales presenciales con sus contrapartes, limitará muchísimo la posibilidad de interacción y capacidad de negociación in situ.

Además del mal timing para hacer el viaje, es por la cuestión sanitaria que varios diplomáticos profesionales de Cancillería desaconsejaron al presidente hacer el viaje a China en estas condiciones. Por supuesto, no sólo que fueron desoídos, sino que además cabe destacar que ningún diplomático o funcionario experimentado en China integra la comitiva. Tal vez “el japonés” Ishii justamente sea parte buscando suplir esa falencia.

En cuanto a la agenda en Beijing, sobresale la decisión de nuestro país de adherir formalmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Argentina sería la primera de las grandes economías del continente en sumarse, para disgusto de Washington. Si bien unos 20 países de la región ya firmaron, Brasil, México y Colombia todavía no lo hicieron. Esto no debiera ser un dato preocupante, al contrario. Adherir podría traer numerosos beneficios para Argentina. Lo grave es que se desconoce el contenido del documento y sus implicancias concretas. Argentina nunca respondió formalmente a la propuesta china de memorándum para adherir, la cual ha dormido durante meses en la Cancillería, por decisión política. Los argentinos recién nos enteraremos qué se firmará una vez que el presidente retorne de Beijing. Otra muestra más de improvisación y total carencia de una visión estratégica sobre el vínculo con China.

Por otra parte, en China se firmarían una veintena de otros memorándums relacionados a un listado de grandes obras infraestructura y otros proyectos de inversión. Dicha nómina es una reformulación del plan quinquenal firmado en 2017 durante el gobierno de Mauricio Macri.

Sucede que varias de esas obras nunca se iniciaron, como la cuarta central nuclear con tecnología china. Otras se paralizaron o bien avanzaron a paso más lento que el previsto y deben ser refinanciadas.

El proyecto más crítico para China son las represas de Santa Cruz, cuyo financiamiento fue interrumpido por parte de Beijing en 2020 ante los incumplimientos argentinos. Se trata de un contrato que contiene una cláusula cross-default que afecta el resto de las inversiones chinas en Argentina, como sucedió en varias oportunidades. Esto se acaba renegociar de urgencia en Beijing para poder avanzar en el resto de los proyectos, aunque bajo un manto de sombras.

Consultado en una reciente entrevista concedida al ElDiarioAr, el embajador Sabino Vaca Narvaja declaró: “No sé cómo quedó el monto total”. Si el propio embajador no sabe lo que firmó, qué podemos esperar el resto de los mortales. Lo cierto es que serían unos US$ 4.000 millones, aunque se desconocen detalles de plazos y condiciones. A esto se suma la intención de Argentina de ampliar el swap de monedas en unos US$ 3.000 millones y poder convertir una parte, recorte de intereses incluido. Si bien ayuda el anuncio de un posible acuerdo con el FMI, cosa que China apoyó enfáticamente, conceder tanto a la Argentina sería, a priori, un gesto sumamente generoso por parte de Xi. Lo que es seguro de todo esto: Seguiremos acumulando deuda con China.

En el plano comercial, nuestro déficit bilateral con China tuvo un salto exponencial con Fernández. De acuerdo a datos de CERA en base a Indec, el déficit comercial bilateral pasó de US$ 3.267 millones a US$ 7.240 millones en 2021 (+121%). Desde ya que el absurdo cierre de exportaciones de carne vacuna tuvo mucho que ver. Pero el problema de fondo es una economía proteccionista, plagada de políticas antimercado y carente de una estrategia exportadora orientada hacia China y resto de Asia.

Sobre este particular, ¿qué pasó con el acuerdo porcino que implicaba inversiones por unos US$ 3.700 millones en nuestro país? Curiosamente, no es parte de la agenda del viaje. Sí lo son otros temas, como la venta de dos reactores de radioisótopos medicinales del INVAP y posibles anuncios de nuevas inversiones en litio, electromovilidad y puentes. Sobre esto, tampoco abundan los detalles.

En definitiva, es una pena que un viaje tan relevante para Argentina sea realizado en tan mal momento, con tanta improvisación y con tan pocos detalles sobre la agenda y sus implicancias. Sin dudas, todo esto proyecta un futuro incierto sobre la estratégica relación de nuestro país con China.

* Director del Observatorio Sino-Argentino. Docente del Posgrado sobre China Contemporánea de la UCA. Master of China Studies y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China).