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Inicia un año plagado de enormes desafíos para China

Dicen que entre las tantas habilidades de los conejos se destacan la agilidad en los movimientos y la destreza para encontrar salidas rápidas ante los obstáculos y las amenazas. Eso es lo que justamente necesitará el Partido Comunista Chino (PCCh) en este Año Nuevo del conejo que iniciará el próximo 22 de enero, según el milenario calendario lunar.

2023 se presenta como un año muy complicado desde la perspectiva china. Tras la entronización de Xi Jinping para un inédito tercer mandato consecutivo en octubre pasado, la lista de desafíos por delante es gigantesca y acuciante. China afronta, por un lado, el agravamiento de problemas estructurales internos, a los cuales se han sumado nuevas tensiones sociales y un entorno internacional crecientemente desfavorable y hostil.

Respecto a los problemas estructurales, se destaca el envejecimiento poblacional que se profundiza, pese a los denodados esfuerzos gubernamentales para intentar revertirlo, especialmente desde 2015 a la fecha. China registró 10,62 millones de nacimientos totales en 2021, un 11,5% menos que el año anterior. Entre 2020 y 2021, la tasa de natalidad de China también cayó de 1,3 hijos por mujer a 1,16 hijos, muy por debajo del nivel considerado “de reemplazo” de 2,1. Los datos de 2022 son mucho peores: La población declinó por primera vez desde 1961, con el ratio de muertes más alto desde 1974 . Sucede que son cada vez más los chinos que no logan formar pareja, con el agravante que también se incrementa el número de parejas que deciden directamente no tener ningún hijo. Se trata de un problema social y cultural delicadísimo para el futuro de China, que tiene su lógico correlato económico en términos de mano de obra, caída de la productividad y costos en alza de la previsión social.

En el plano internacional, Beijing entiende que la disputa geopolítica con los EEUU es una tendencia sólida de mediano plazo, que no se alterará significativamente más allá de quien ocupe la Casa Blanca. China se prepara para un renovado embate de EEUU en materia de sanciones y restricciones tecnológicas, el epicentro del conflicto. Por otra parte, lo que más preocupa es la posibilidad de una escalada en las provocaciones de Washington sobre Taiwán, un factor que potencialmente podría desatar una guerra de superpotencias de consecuencias tan tremendas como imprevisibles. China se siente más fuerte y segura que nunca para responder ante los EEUU y sus aliados, si es necesario, por la vía militar. No obstante, China no abandonará su histórica posición eminentemente defensiva y seguirá buscando cultivar una relación razonable y cooperativa con EEUU, en todos los campos posibles. Hay buenas señales en ese sentido y hay que seguir mirando la disputa de manera multidimensional.

Al conflicto creciente con EEUU se suma la mochila cada vez más pesada que constituye la relación estratégica de China con Rusia. Putin es un aliado clave que Xi no está dispuesto a abandonar, aunque cada nuevo día que pasa se torna más insoportable de sostener en el plano diplomático. La ecuación Putin no cierra: Los beneficios económicos marginales que China ha obtenido por esa sociedad, como ser energía barata, no se comparan con todo lo que potencialmente se pierde por el impacto global de la guerra. China afronta una notable desaceleración económica que ha repercutido de manera alarmante en los niveles de empleo.

Al impacto económico global muy negativo de la pandemia y la guerra se sumó el daño auto infligido por la política de COVID 0. Ahora, el PCCh ha adoptado un sorprendente giro radical, abriendo el país por completo, con las funestas consecuencias sanitarias esperadas. Todo indica que Beijing privilegió disipar las peligrosas protestas ciudadanas que emergieron en noviembre, con la expectativa de pasar algunos meses muy malos y luego rebotar económicamente, como le sucedió a la mayoría de los países tras abandonar las cuarentenas. Nadie puede saberlo con certeza. China es y seguirá siendo demasiado grande, única e impresionantemente compleja. Es por eso que el espíritu del conejo será más necesario que nunca para iluminar a las autoridades del PCCh durante este año.

 

Patricio Giusto. Director del Observatorio Sino-Argentino.