Biden, muy condicionado para tratar con China
Este artículo fue originalmente publicado en Clarín, disponible en el siguiente enlace.
Por Patricio Giusto*
Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, todo indica que la competencia y la tensión entre China y EE.UU. seguirían aumentando, con más continuidades que cambios respecto a la etapa de Donald Trump. Es esperable que ambas partes trabajen de manera más razonable en la gestión del conflicto, pero Biden afrontará duros desafíos domésticos y un contexto internacional muy complejo.
Biden percibe a China como un “rival estratégico” en términos de defensa y seguridad, y como “gran competidor” económico, con prácticas desleales que deben ser combatidas. Esta visión no es muy diferente a la sostenida por Trump. Quizás la diferencia más notable será el abordaje del problema: Biden aspira a confrontar a China de manera eminentemente multilateral. Es por ello que ha manifestado su intención de recuperar y fortalecer las alianzas con los socios históricos de los EEUU.
No será tarea sencilla para Biden. El nuevo presidente liderará un país devaluado en la escena internacional, con urgentes desafíos políticos y económicos internos. Lo más serio será la gobernabilidad, frente a un fenomenal movimiento de indignados y extremistas que manifiestan una postura abiertamente antisistema.
Trump supo cómo utilizarlos políticamente, ahora Biden deberá contenerlos para poder gobernar. La distancia entre esos grupos radicalizados y el líder demócrata es abismal: tras la salvaje toma del Capitolio, los llamó “terroristas domésticos”. A la par, Biden tendrá el titánico desafío de recuperar la economía estadounidense y superar la pandemia.
En el plano internacional, los obstáculos no serán menores: Trump ha dañado seriamente las relaciones con importantes aliados, como ser la UE y Japón. Es una pesada herencia que será difícil revertir. Por caso, la UE acaba de firmar un histórico acuerdo de inversiones con China, que descolocó a Washington.
Además, Washington tiene menos que ofrecer a esos socios, muchos de los cuales se han acercado por necesidad a China. Otro ejemplo es lo que sucedió con la firma del RCEP, el mayor tratado de libre comercio de la historia, patrocinado por Beijing.
Biden buscará negociar duro en lo comercial y tecnológico con China, aunque también tratando de generar una agenda “positiva” en paralelo. Será con temas tales como: preparación para futuras pandemias, revitalización de la económica global, no proliferación y cambio climático. Beijing seguramente responda con buena voluntad. Además, se trata de temas que los demócratas trabajaron bien con China durante las administraciones de Barack Obama.
En definitiva, el enfoque de Biden hacia China será seguramente más predecible y coordinado que el de Trump, lo que es un cambio positivo. Pero no cabe esperar un apaciguamiento de las relaciones. Incluso, la confrontación se profundizará en temas como derechos humanos. El foco seguirá puesto en Xinjiang, Hong Kong y Tíbet. Y no hay que olvidar la espinosa cuestión del apoyo militar de EE.UU. a Taiwán, que presumiblemente se mantendrá.
Biden también parte desde una posición muy débil para pujar por esa agenda. Tras los incidentes en el Capitolio, los medios oficiales de China aprovecharon para burlarse de la crisis y del doble estándar de los EE.UU. para juzgar con diferente vara el caos y la represión, según dónde sucedan los hechos. Un punto fuerte a favor de Biden es el amplio consenso bipartidista en el Congreso. Durante la era Trump, se sancionaron numerosas leyes contra Beijing en materia de derechos humanos.
Para concluir, hay poco para ilusionarse de cara a la nueva etapa de las relaciones sino-estadounidenses. Biden intentará manejar la relación con mayor previsibilidad y retomar agendas de interés compartido. No obstante, la puja se mantendrá e incluso ampliará en ciertos temas, con el agravante que Biden estará muy condicionado por la crisis doméstica y el debilitamiento relativo de los EE.UU. a nivel internacional.
*Patricio Giusto es Director del Observatorio Sino-Argentino.Profesor de la UCA y profesor visitante de la Universidad de Zhejiang (China)