Cambio climático y crisis energética en China
Este artículo fue originalmente publicado en La Política Online, disponible en el siguiente enlace.
Por Diego Cagliolo*
La crisis que ha llevado a que 17 provincias chinas (que sumadas representan el 66% del PBI chino) hayan tenido que implementar racionamientos programados de energía con cortes domiciliarios e industriales y hasta incluso apagar ascensores de edificios y semáforos de las calles, tiene un triple origen y una interesante justificación.
El vertiginoso aumento de la demanda de la industria china post pandemia motivada por el incremento del consumo interno y la recuperación de los niveles de producción; la escasez de suministro de carbón a nivel mundial y la ampliación de la brecha entre oferta y demanda – mas del 70% de la generación total de electricidad de China es producida por centrales alimentadas a carbón y aunque el 90% se extrae localmente, es necesario importar de Australia (segundo exportador mundial y con quien China mantiene un creciente conflicto político y comercial que ha derivado en la prohibición de las exportaciones australianas de carbón), Indonesia, Rusia y Mongolia, Sudáfrica, Colombia, Estados Unidos y hasta Canadá-; y el endurecimiento de las normas del gobierno chino orientadas a alcanzar el objetivo comprometido sobre emisiones de gases de efecto invernadero y su repercusión en los gobiernos locales por apurar sus planes de reducción ajustando fuertemente los consumos, constituyen los motivos principales de la crisis.
Esta situación plantea un escenario de incertidumbre mundial dada la presión sobre las cadenas globales de suministro y la posibilidad cierta de la escasez generalizada de bienes que se produzcan en China. Cerca del 45% de la actividad industrial de China se ha visto afectada por la escasez de energía, lo que podría causar un descenso de 1% del crecimiento anualizado del PIB.
China se ha autoimpuesto un plan de rigurosas metas para el año 2050 y busca cambiar sus fuentes de energía primarias desde los combustibles fósiles basados en carbono (carbón, petróleo y gas natural) a renovables sin carbono (eólica, solar, hídrica, geotérmica, oceánica, biomasa) y energía nuclear contemplados en el plan de Interconexión Energética Global (IEG). Muchos sostienen entonces que el problema es autoinfligido y obedece a las propias restricciones internas.
A diferencia de países como la Argentina, que posee nula capacidad de planificación, escasa capacidad de compromiso y aun menor capacidad de cumplimiento, China es consecuente con sus políticas de largo plazo basadas en el estudio y en la filosofía oriental de que el bien común está por encima del bien individual y que el sacrificio del conjunto (los millones de pobladores que sufren los inconvenientes derivados de los cortes de energía) será en beneficio del desarrollo integral del pueblo chino asegurando el crecimiento equilibrado de las regiones y de las personas. China tiene las capacidades y puede asumir las consecuencias internas de esas decisiones sin poner en riesgo la estabilidad interna, aunque los procesos generen situaciones críticas como la actual.
El origen del Covid-19 le ha valido a China severos señalamientos a nivel internacional, enfrentamientos diplomáticos y una importante lesión a su imagen. Sin embargo, la pandemia ha significado también la oportunidad de realizar una reformulación interna sobre el camino hacia la prosperidad moderada a través del desarrollo integral del «socialismo con características chinas».
Los conceptos de «redistribución» y de «reducción de las inequidades y brecha social» son la base del «xiaokang», los nuevos postulados del Partido Comunista Chino (PCCh), en donde se afirma también que «un medio ambiente saludable es crucial para el bienestar de las personas y una sociedad próspera bajo la estricta aplicación de las leyes ambientales. Simplemente las ciudades chinas ya no resisten el nivel de contaminación y la imposibilidad de ver el sol aún en un día despejado por del smog que las cubre. Estabilidad ecológica y el control de la contaminación fomentando un camino y una forma de vida de desarrollo ecológico es el nuevo lema del gobierno de Xi. Es por ello que el desafío energético chino, si bien tiene matices de coyuntura internacional, debe ser leído como parte de un proceso que reconversión interna debidamente planificada y en línea con un objetivo superior (la geopolítica del medio ambiente).
Deng Xiaoping, el ideólogo de la nueva China moderna, expresó, al enfrentar las críticas de las líneas conservadoras del partido a su política de reforma y apertura, que «cuando se abren las ventanas entran las moscas». Hacía a referencia a los vicios del sistema capitalista occidental sabiendo que el costo (y los riesgos) eran necesarios para modernizar un país perdido luego de años de dominio extranjero y atraso. Hoy China enfrenta un desafío similar en términos energéticos y ecológicos.
El crecimiento de los 80′, 90′ y 00′ alejado de las regulaciones ambientales y cimentado en un esquema basado en la quema de carbón ha llegado a su fin. Actualmente China sigue siendo el mayor contaminador del mundo. Aunque solo posea el 18% de la población mundial, quema el 28% de todo el combustible del planeta. Por ello, las autoridades han comenzado no solo a imponer un racionamiento sobre la energía de carbón (se ha frenado la construcción de mas de 100 centrales alimentadas a carbón.
En 2007 se abrían 2 por semana) sino también a avanzar decididamente sobre otras fuentes alternativas de energía como las renovables (China es el líder en producción de energía renovable en el mundo) y la nuclear. Desde 2005 cuando el gobierno apostó a la energía nuclear, el país aumentó su capacidad alcanzando los 50 reactores nucleares. A pesar de la mala imagen de la energía nuclear por los accidentes de Chernóbyl, Fukushima o el reciente incidente planta nuclear de Taishan, la nuclear sigue siendo, según los expertos, una de las mejores y mas eficientes fuentes para producir electricidad.
Más aún, las recientes medidas respecto de la ilegalidad de la minería cripto y las sanciones a empresas tecnológicas en China, no solo buscan combatir los riesgos que representan en términos de especulación financiera, corrupción y lavado de activos, sino también tienen un componente de política energética y cuidado ambiental por el descomunal consumo eléctrico.
China era uno de los principales países del mundo para este tipo de operaciones, debido entre otras razones al bajo coste de su electricidad. China enfrenta una crisis energética de crecimiento y avanza en la agenda de futuro, a diferencia de Argentina que se empecina en revivir crisis de retroceso y discursos del pasado.
* ExSubsecretario de Relaciones Internacionales de la provincia de Buenos Aires y miembro del Consejo Asesor del Observatorio Sino-Argentino.