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China redefine su rumbo económico en un contexto global adverso

Este artículo de Patricio Giusto fue originalmente publicado en El Cronista, disponible en el siguiente enlace.

De cara a la presentación del nuevo Plan Quinquenal (2020-2025), previsto para fines de este mes, el presidente Xi Jinping anticipó una nueva estrategia de crecimiento económico, bajo el concepto de “circulación dual” de China. El término “circulación dual” se introdujo por primera vez como concepto en la década de 1980. La versión actual sería una recreación del premier Liu He, actual encargado de las negociaciones comerciales con los EEUU. El término ha aparecido repetidamente en discusiones políticas recientes de los medios chinos.

La estrategia de la circulación dual identifica el consumo interno como el motor principal del crecimiento económico, mientras que el comercio exterior y la inversión deben desempeñar funciones complementarias, más bien secundarias. Bajo esta idea, al fortalecer la economía nacional, China puede reducir su vulnerabilidad a las recesiones mundiales y las acciones proteccionistas que han amenazado su estabilidad económica, en un contexto externo que se prevé sumamente adverso. Básicamente, este replanteo chino es a raíz de los efectos de la pandemia y el conflicto con los EEUU, que se proyecta continuará e incluso empeoraría, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales de noviembre.

La nueva estrategia tiene como uno de sus pilares el reimpulso a las obras de infraestructura en las regiones menos desarrolladas del país, junto a iniciativas industriales que buscan la autosuficiencia, como el “Made in China 2025”. Beijing ha enfatizado que la nueva política no es un cierre de la economía de China y que las aperturas del mercado continuarán avanzando. Pero está claro se prevé un escenario más hostil para las empresas chinas y la provisión de insumos críticos, como es el caso emblemático de los semiconductores.

En tanto, el Banco Central de China ha venido efectuando desde julio recortes adicionales de impuestos y tarifas para las pequeñas empresas (el sector más golpeado por la pandemia) y fijó a los gobiernos locales estrictas fechas límites para emitir bonos que permitan acelerar obras de infraestructura en distintos puntos del país, reactivando así la construcción.

Es posible que los ultra-reformistas busquen aprovechar estos movimientos para presionar sobre cambios estructurales demorados por Xi Jinping, en sectores donde aún hay fuerte presencia del Estado. Seguramente fue decepcionante para esos críticos el reciente anuncio de Xi acerca de “una nueva era donde el PCC tendrá más control sobre la economía”.

En ese contexto, el premier Li Keqiang, de tensa relación con Xi Jinping, generó un gran revuelo mediático al alertar sobre cifras de la pobreza superiores a las oficiales y apoyar la necesidad de reimpulsar el comercio callejero (símbolo de la vieja China subdesarrollada). Esto en el marco de las penurias económicas que atraviesan sectores comerciales minoristas que perdieron sus empleos y cayeron en la pobreza, desde el inicio de la pandemia. Pero lo cierto es que la economía china ha ido consolidando su recuperación en los últimos meses. De algún modo, el impresionante récord de viajes internos durante la semana del feriado nacional de este mes parece haber dejado atrás la controversia.

Está claro que China no podrá cumplir sus metas económicas previstas antes de la pandemia, pero la recuperación luce afianzada. Por mencionar algunas cifras alentadoras: la producción industrial creció 5,6% interanual en agosto y las exportaciones subieron 9,5% en ese mismo período. Las ventas minoristas, en tanto, registraron en agosto la primera suba interanual desde que estalló la pandemia, en torno al 0,5%.

Por otra parte, el Ministerio de Comercio chino publicó un catálogo de industrias alentadas para la inversión extranjera. La lista incluye 125 industrias nuevas, principalmente en la fabricación de productos de alta gama y los servicios orientados a la producción. Para la fabricación de alta tecnología, se fomenta la inversión extranjera en materias primas, componentes y productos finales, como ser dispositivos portátiles inteligentes, robots y sistemas domésticos inteligentes. El catálogo también estipula que los proyectos calificados como inversión extranjera estarán exentos de aranceles aduaneros, son elegibles para precios preferenciales de la tierra y regulaciones de su uso y, además, están sujetos al impuesto más bajo sobre la renta empresarial. Imposible no leer estas medidas de incentivo en conexión con el avance de la guerra tecno-comercial con EE.UU.

En materia de política monetaria, se ha impuesto la línea de un manejo más prudente, pero a la vez flexible. Se establecieron metas monetarias más realistas y nuevas reglas sobre el establecimiento de sociedades financieras para favorecer a la economía real.

Sumado al impacto económico de la pandemia, gran parte de China ha sido devastada por inundaciones históricas, que han afectado a más de 70 millones de personas y provocaron pérdidas multimillonarias de cultivos y cierres de fábricas. A raíz de esta situación, los precios de los alimentos registraron fuertes subas interanuales, debido a que las inundaciones afectaron la producción y el transporte de carne de cerdo y verduras.

Las inundaciones desataron creciente preocupación en Beijing por la seguridad alimentaria, tema siempre crítico para las autoridades chinas. Esta nueva amenaza sobre la seguridad alimentaria surge cuando China aún no logra superar el déficit de carnes provocado por los efectos de la gripe porcina africana. Precisamente, toda esta concatenación de fatalidades explica el urgente interés de China por promover inversiones porcinas en la Argentina, tema que tanta polémica ha suscitado y que hasta ahora ha sido muy mal manejado por el gobierno nacional en materia de transparencia y comunicación. Si bien se han filtrado borradores, nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que se está discutiendo y bajo qué condiciones. Una pena, ya que se trata de otra gran oportunidad para el desarrollo agrícola del país.