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Las relaciones entre China y Latinoamérica tras el G20

Las relaciones entre China y América Latina son definitivamente estratégicas para ambas partes y están en plena expansión, tras el fuerte impulso que han experimentado desde la llegada de Xi Jinping al poder, en 2012.

Históricamente, las relaciones sino-latinoamericanas estuvieron ligadas a la importancia del comercio exterior para ambas partes, dada por una complementariedad natural. Principalmente, la relación fue motorizada por la fuerte demanda de materias primas por parte de China, a raíz de la expansión económica experimentada a partir del inicio del proceso de Reforma y Apertura, en 1978.

China se ha convertido en el primero o segundo socio comercial y principal fuente de inversiones para los países latinoamericanos, especialmente para los de Sudamérica. Más recientemente, al comercio y a las inversiones se sumaron otros campos de cooperación, como ser las finanzas, la colaboración científica y tecnológica, la cultura, el deporte y el turismo, entre otras áreas.

América Latina, “extensión natural” de la Nueva Ruta de la Seda Marítima

En 2016, el Presidente Xi definió a América Latina como la “extensión natural” de la Nueva Ruta de la Seda Marítima. América Latina ya está recibiendo beneficios de la expansión de los flujos de inversiones y de comercio con China, en el marco de la iniciativa de la “Franja y la Ruta”. Esto se observa con mayor claridad en algunos países de la costa del Océano Pacífico, como Chile y Perú. Además de poseer la ventaja de salida directa al Pacífico, estos países han apostado exitosamente por establecer acuerdos de libre comercio con China, que han probado ser mutuamente beneficiosos. Los resultados están a la vista.

La Argentina, pese a estar regionalmente más aislada dentro del Mercosur, se ha visto igualmente beneficiada por los crecientes flujos de comercio e inversiones provenientes de china. Se han abierto mercados a nuevos productos, como las carnes, y China está realizando importantes inversiones en energía, minería y transporte, entre otras áreas. A eso hay que sumar los intercambios financieros vía swaps de monedas. Ya hay el equivalente a u$s 20.000 millones de dólares de yuanes chinos en el Banco Central de la Argentina.

Volviendo a lo comercial, el rubro con mayor potencial para Latinoamérica es, sin dudas, el agro-alimentario. China será el principal demandante de alimentos a nivel mundial en las próximas décadas. Ninguna otra región del mundo, salvo parcialmente África, tiene el potencial de Latinoamérica en materia de alimentos.

Carnes, lácteos y pescados se perfilan para ser lo productos más preciados y requeridos. También hay que sumar frutas finas y otros productos elaborados, como los vinos, que aparecen al tope de las preferencias de los consumidores chinos y asiáticos, en general. Tampoco hay que olvidar los derivados de la soja y del trigo, complejos que la Argentina, por ejemplo, ya tiene plenamente desarrollados. China nos está pidiendo que nos convirtamos en el supermercado del mundo, justamente el deseo que permanentemente repite el presidente argentino, Mauricio Macri.

Nuevas áreas de cooperación más allá de lo económico

Las relaciones bilaterales entre China y Latinoamérica se han visto fortalecidas por un significativo aumento de los intercambios políticos de alto nivel, como así también por los de tipo académico y cultural. El Presidente Xi Jinping ha puesto especial énfasis en dar impulso a exhibir la milenaria cultura china al mundo. Al mismo tiempo, se han incrementado notablemente los programas y becas destinadas a promover la participación de docentes y estudiantes extranjeros en las universidades chinas.

En paralelo, se multiplicado exponencialmente la cantidad de gente que comienza a estudiar idioma chino en nuestra región. Los Institutos Confucio son los principales centros para poder estudiar la lengua y la cultura china, aunque también están proliferando las entidades privadas ante la fuerte demanda motivada por el creciente interés de los latinos en China. Sin dudas, estos intercambios se han constituido como un nuevo pilar estratégico de las relaciones sino-latinoamericanas.

Latinoamérica, Estados Unidos y la cuestión de Taiwán

Otro aspecto central de las relaciones entre China y Latinoamérica es la cuestión de Taiwán. En la región se encuentran 9 de los escasos 17 aliados diplomáticos a nivel mundial que le quedan al gobierno de la isla. Recientemente, Panamá, República Dominicana y El Salvador rompieron relaciones con Taiwán. Han sido decisiones lógicas, ya que a estos pequeños países se les estaba haciendo muy difícil permanecer aislados de los grandes flujos de cooperación económica chinos en la región. Por ello, es muy probable que Taiwán siga perdiendo aliados.

Estados Unidos ha reaccionado amenazante contra China y sus nuevos socios. Donald Trump ha interpretado la sucesiva pérdida de aliados de Taiwán como un peligroso avance chino en su viejo “patio trasero”, una lectura propia de la Guerra Fría. Lo cierto es que Estados Unidos se sigue replegando de la región, hablando más bien de construir muros para frenar a los inmigrantes centroamericanos que de ampliar la cooperación con sus necesitados vecinos. China, en cambio, está ofreciendo alternativas atractivas para atraer nuevos socios en la región.

Estados Unidos ha escalado sus críticas al avance chino, pero: ¿qué alternativas de cooperación propone? Por ahora, muy pocas. Pareciera que los únicos temas que preocupan al gobierno estadounidense respecto a la región son los vinculados a defensa y seguridad. Dicho en otras palabras: Seguir manteniendo el vecindario bajo control, al menor costo posible y buscando obstaculizar la creciente presencia de China. Esto se enmarca en la nueva doctrina de seguridad nacional norteamericana, difundida el año pasado. Los viejos halcones que rodean a Trump, como Michael Pillsbury, han desempolvado la trillada narrativa de la “amenaza china”, vinculada a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.

El rol de China en el G20 y la cumbre entre Xi Jinping y Donald Trump

La reciente visita del Presidente Xi Jinping a la Argentina, por el G20, fue un hecho histórico. La cumbre de Buenos Aires culminó exitosamente con la firma de un documento final, inclusive haciendo mención a los temas más polémicos, como ser las cuestiones comerciales y el cambio climático. Sin embargo, lo más destacado no sucedió en el marco de la cumbre. El mayor foco de atención estaba puesto en el esperadísimo encuentro bilateral entre Donald Trump y Xi Jinping, cuyo resultado fue el acuerdo de una tregua de 90 días en materia de imposiciones tarifarias, para dar lugar a negociaciones que posibiliten resolver el conflicto comercial.

El presidente argentino Mauricio Macri estuvo a la altura de las circunstancias, exhibiendo un liderazgo positivo con anfitrión del G20, que lo posicionó como un gran facilitador en el marco de grandes tensiones. Macri se las ingenió muy bien para hacer equilibrio entre la postura combativa de Trump, quien intentó usarlo, poniendo en su boca la referencia a las “prácticas predatorias de China”.

 

Macri desmintió al estadounidense con contundencia durante su conferencia de prensa. Culminada la cumbre, el mandatario argentino recibió en visita de Estado a su par chino, ratificando la importancia estratégica de China para el futuro de nuestro país. Se firmaron más de 30 acuerdos, que permitirán expandir los horizontes de comercio, inversiones y cooperación financiera, entre otras áreas. Por supuesto, ahora viene lo más difícil: hacerlos realidad para que no queden en meros papeles de buenas intenciones. Tras partir de Buenos Aires, Xi Jinping se dirigió a Panamá.

Para concluir, las perspectivas de relacionamiento entre China y los países latinoamericanos son muy promisorias. Pese al embate aislacionista y la postura amenazante de los Estados Unidos, en la cumbre del G20 prevaleció la postura aperturista que pregona China y hasta el propio Trump ha tenido que ceder. China se está exhibiendo como el nuevo faro global en materia de globalización económica y multilateralismo. Así, el G20 fue un escenario propicio para que la cooperación de China con Argentina y el resto de los países de la región se siga expandiendo.

 

Autor: Patricio Giusto

Doctorando en Estudios Internacionales (UTDT). Master of China Studies (Zhejiang University) y Magíster en Políticas Públicas (FLACSO). Lic. en Ciencias Políticas y Profesor Adjunto en la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Profesor visitante en China Foreign Affairs University y en Zhejiang University. Miembro del Comité de Asuntos Asiáticos del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Director del Observatorio Sino-Argentino.