ORCBCA

Se agrava peligrosamente el conflicto en el Mar del Sur de China

Por Patricio Giusto*

El Mar del Sur de China se ha convertido en una de las zonas geopolíticamente más calientes del planeta, siendo la dimensión potencialmente más crítica de la disputa entre los Estados Unidos y el gigante oriental. El conflicto se despliega en medio de una maraña de reclamos territoriales superpuestas entre China y los países de la región, con Washington promoviendo permanentemente “operaciones de libre navegación” e incursiones aéreas sobre lo que Beijing considera sus “aguas soberanas”.

El presidente norteamericano Donald Trump ha decidido llevar el conflicto con China a un punto inédito desde 1972, cuando ambos países establecieron relaciones formales. Nunca desde entonces las relaciones entre ambos países fueron tan malas. En lo que respecta al Mar del Sur, la tensión ha escalado peligrosamente en los últimos días. Desde principios de año, los Estados Unidos vienen aumentando en número y en importancia las provocaciones a China, tanto en el Mar del Sur como en el del Este de ese país.

Durante un reciente ejercicio naval de la Armada china, un avión espía norteamericano sobrevoló la zona de exclusión aérea. En esta ocasión, China sorprendió al acompañar la habitual queja formal con el disparo de dos misiles de “advertencia”, un DF-26B desde la provincia de Qinghai y otro DF-21D, desde Zhejiang. En la previa al incidente, los EEUU habían anunciado sanciones a empresas chinas argumentando que se trató de una respuesta a la “militarización” del Mar del Sur por parte de China.

Se supone que ninguna de las dos partes quiere llegar a un conflicto armado, por lo desastroso que sería para ambas, bajo cualquier escenario. Pero esta delicada situación nos retrotrae inevitablemente al 2001, cuando un choque de aviones de ambos países sobre la provincia insular china de Hainan provocó la muerte de un piloto chino y derivó en un fuerte conflicto diplomático, contenido gracias a las trabajosas negociaciones entre Jiang Zemin y George W. Bush.

Hoy estamos en otro mundo, con un líder en EEUU que parece estar dispuesto a jugar todas sus cartas contra China, en favor una reelección que luce cada vez más complicada. Por otra parte, a diferencia de 2001, hoy China es una superpotencia económica, tecnológica y militar. Beijing no está dispuesta a ceder ni un ápice frente a las provocaciones norteamericanas.

Trump apela permanentemente a los numerosos vecinos en conflicto con China por los límites marítimos, pasando por Japón, los países de la ASEAN y, por supuesto, la “provincia rebelde” de Taiwán. Por si eso fuera poco, también está en el medio Australia, un importante actor regional que, si bien no tiene reclamaciones territoriales con China, ha apoyado sistemáticamente todas las acciones legales en su contra y participa de ejercicios militares en la zona con los EEUU y otros aliados. Justamente, las relaciones sino-australianas atraviesan uno de sus peores momentos.

Por su parte, China se ha apoyado históricamente en su sólida interdependencia económica con los países de la ASEAN, donde además se ha visto favorecida por la ausencia de un liderazgo claro y posturas divergentes respecto a China dentro del bloque. Pese a tener numerosos intereses compartidos, a la ASEAN siempre le ha costado mucho alcanzar consensos en materia de política exterior.

Asimismo, Beijing acaba de obtener un importante logro diplomático: el chino Duan Jielong fue electo con mandato de nueve años como uno de los seis miembros del estratégico Tribunal Internacional para el Derecho del Mar, pese al enérgico rechazo de los EEUU.

Un párrafo aparte merece la situación de Filipinas, donde gobierna el “Trump asiático” Rodrigo Duterte. Este impredecible y polémico personaje ha oscilado constantemente entre China y los EEUU. Duterte asumió el poder desconociendo un fallo del Tribunal de La Haya en favor de los reclamos territoriales de su propio país frente a China, con el objetivo de apostar fuerte por una nueva alianza con Beijing. Sin embargo, últimamente ha ensayado un reacercamiento a los EEUU. Dijo que está dispuesto a invocar su archivado acuerdo en materia de defensa con Washington “si China ataca embarcaciones de su país en el Mar del Sur”. Por supuesto, Trump celebró este giro.

Finalmente, cabe destacar que, afortunadamente, las cuestiones comerciales parecen circular por carriles completamente diferentes en relación a las tensiones marítimas. Por un lado, negociadores de China y los EEUU llevaron alivio al mercado tras confirmar que el acuerdo de “Fase 1” firmado en enero sigue en pie, pese a todo.

Por otra parte, ministros de comercio de China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y de los países de la ASEAN se reunirán esta semana para reanudar las conversaciones sobre la “etapa final” para poner en marcha la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés). La misma comprende a 15 naciones y fue impulsada por China como alternativa al Acuerdo Trans-Pacífico que Trump dio de baja en 2017. Señales esperanzadoras, teniendo en cuenta que en los mares circundantes las aguas lucen cada vez más agitadas y peligrosas.

*Este artículo fue originalmente publicado en el diario Perfil el 26 de agosto de 2020.